La app Strava desvela bases militares y otras zonas sensibles en España

Hace unos días se destapó el fallo de seguridad más clamoroso de los últimos tiempos. A través de la App Strava se podían desvelar lugares estratégicos en todo el mundo, todo por el simple hecho de cruzar información entre mapas y usuarios.

Strava es una plataforma social de atletismo y deporte que permite tener un historial y compartir tus entrenamientos. Desde su fundación hace casi una década ha permitido a ciudadanos de todo el mundo, desde “corredores de domingo” a atletas olímpicos tener mejores datos de su evolución. Solo necesitas un smartphone, una pulsera inteligente o un reloj inteligente compatible, y a correr. O andar, o montar en bici. Desde un punto de vista de pájaro, sirve para identificar las zonas más populares para correr o montar en bicicleta.

Precisamente su principal ventaja es también un agujero de seguridad. Muchos de los usuarios de Strava envían consistentemente su localización a sus servidores. Unos datos que son luego expuestos de forma pública pero anónima. En principio nadie puede saber que eres tú el que está corriendo dando vueltas alrededor del parque que rodea tu casa. El problema reside cuando las localizaciones deberían permanecer secretas, o cuando la actividad de los residentes de áreas concretas queda expuesta porque nadie más podría estar haciendo deporte en esa zona.

De esta forma, zonas militares, enclaves de inteligencia o puestos avanzados en zonas de guerra quedan revelados por soldados entrenando con la pulsera activada, oficinistas entrando y saliendo de edificios que no albergan personal oficialmente y miembros de agencias gubernamentales revelando las rutas más concurridas en zonas de acceso restringido.

Tobias Schneider, un analista especializado en Oriente Medio, ha publicado las rutas de entrenamiento de varios enclaves militares de Estados Unidos en Irak o Afghanistán, del ejército francés en Níger. Incluso cuarteles oficialmente no reconocidos por fuerzas internacionales en Siria, tanto rusas como estadounidenses.

Mirando a España, un análisis superficial de los lugares más vigilados no encuentra nada especialmente relevante. Nadie entrando y saliendo constantemente de las oficinas del CNI en Madrid. Sí aparecen diferentes rutas obvias alrededor del Palacio de la Moncloa o del Palacio de la Zarzuela, pero ninguna respectivamente identificable a ninguna persona, al consistir en trazos múltiples más que probablemente realizados por miembros del servicio y funcionarios en su día a día.