Los drones ganan margen de acción (y lastre burocrático)

Pasó algo desapercibido por aprobarse en plena resaca electoral catalana (se publicó en el BOE del 29 de diciembre), pero ya hay un nuevo reglamento sobre drones. El sector llevaba reclamando desde 2014 cambios en la normativa, muy restrictiva con los vuelos de los RPA (aviones controlados de forma remota, en sus siglas inglesas) en lugares con presencia humana.

El nuevo decreto abre algo el margen de maniobra de estos aparatos, que ya cuentan con más de 2.700 operadores certificados en España, aunque todavía estamos lejos de que los drones colonicen las ciudades y se conviertan en un elemento más del atrezo urbano habitual. Moncloa quiere curarse en salud en materia de seguridad, por lo que cada operación que se desarrolle cerca de gente será observada con lupa por la Administración.

  • Zonas habitadas

En primer lugar, la normativa permite sobrevolar zonas pobladas, algo terminantemente prohibido con la anterior legislación. Aunque hacerlo no será fácil: el dron debe pesar menos de 10 kg, debe estar en todo momento dentro del alcance visual del piloto y no sobrepasar los 120 metros de altura ni los 100 en horizontal respecto a este.

Hasta aquí todo bien. El problema es que para realizar el vuelo hace falta contar con una autorización de la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA), que se entregará “en un plazo no superior a seis meses” tras evaluar el estudio de seguridad entregado por la operadora. “Quizá alguien se pueda permitir esos plazos con mucha planificación, pero para el resto no es viable”, apunta Salvador Bellver, presidente de la Asociación Española de Drones y Afines (Aedron) y socio de Adrone, empresa especializada en servicios de fotografía, salvamento y fotogrametría. “No es viable que antes de plantearte un negocio tengas que esperar tanto tiempo”, coincide Manuel Oñate, presidente de la patronal Aerpas y director general de EuroUSC España, una consultora británica especializada en drones.

En cuanto al mencionado estudio de seguridad, se trata de un documento en el que se analizan los posibles riesgos que puede conllevar el vuelo y se prevén las medidas para mitigarlos. Por ejemplo, qué hacer si se estropea el sistema de GPS. Estos estudios constan de entre 10 y 20 páginas, aunque, por supuesto, su extensión se dispara en el caso de que se quiera volar encima de un estadio que si lo que se propone es revisar una chimenea industrial.

Los drones ganan margen de acción (y lastre burocrático)

“Entiendo que la AESA no tiene capacidad ahora mismo para gestionar el aluvión de peticiones que recibirá. Imagino que parte de los trámites recaerá sobre otras administraciones, como la local, y tampoco sabemos si está lista para ello ni si eso comportará una nueva tasa”, expone Bellver. La mayor carga burocrática que implicará cada vuelo puede enfangar muchas operaciones. Con todo, sigue siendo mejor que la situación anterior, en la que estaba terminantemente prohibido sobrevolar las ciudades.

  • Vuelos nocturnos y especiales

La nueva normativa abre la puerta también a los vuelos nocturnos, que deberán contar con la respectiva autorización de la AESA. “Deberemos esperar a ver si es fácil o no que den los permisos y si se eternizan o no”, comenta al respecto Oñate.

Poder volar en las llamadas zonas de espacio aéreo controlado (EAC) es otra de las reivindicaciones de los operadores de drones. Y ha sido parcialmente resuelta: si antes no se podía operar a menos de 15 km de esas zonas, la distancia se reduce ahora a 8 km. Las zonas EAC comprenden los alrededores de aeropuertos, pero también de instalaciones militares e infraestructuras estratégicas, como por ejemplo algunas plantas energéticas. Ocurre que, en ocasiones, la situación de dichos puntos hace inviable, por ejemplo, operar en un parque natural que quede comprendido bajo esa zona especial. Muchas de las islas canarias y baleares son territorio totalmente vetado debido a la amplitud de esas zonas.

  • Distancia aumentada

Los vuelos dentro del alcance visual aumentado (EVLOS) están ahora permitidos. El aparato, pues, podrá estar a 500 metros del piloto, siempre que existan observadores intermediarios coordinados entre sí que en todo momento tengan visión directa con el dron. “Esta medida es interesante, porque te permite alejarte más y por tanto ampliar el rango de acción”, valora Oñate.

  • En resumen…

Las asociaciones empresariales consultadas ven con buenos ojos la nueva normativa. “Es un paso adelante, estamos esperanzados. Se abren bastante las posibilidades para poder actuar”, afirma Bellver, quien vuelve a destacar que la agilidad burocrática marcará el ritmo. “Lo más importante es que se crea seguridad jurídica. Las empresas más grandes no han invertido hasta ahora en el sector porque no sabían cómo iba a ser el escenario. La estabilidad regulatoria permitirá además la entrada de nuevos clientes, como por ejemplo la Administración pública”, señala Oñate.